SOCIEDAD Y VIDA

Consejos para prevenir golpes de calor

Calor verano señora abanico
Hasta 246 millones más de adultos mayores de todo el mundo estarán expuestos a un calor agudo y peligroso de aquí a 2050. / Adobe Stock

La SCLEDYN incide sobre la importancia de una correcta hidratación haciendo especial hincapié en los niños, personas de edad elevada, mujeres embarazadas y enfermos. Comidas ligeras y ejercicio físico evitando las horas de más calor completan una serie de pautas y recomendaciones elaboradas desde la SCLEDYN por parte de las Dras. Katia Benito-Sendín y Carmen Muñoz Muñiz del Servicio de Endocrinología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca.

Redacción BurgosNoticias 
20/06/2025 - 12:55h.

En las próximas horas dará comienzo el verano, aunque hace algunos días que vivimos altas temperaturas en muchos lugares de nuestra Comunidad Autónoma. Ante estas elevadas temperaturas la Sociedad Castellano Leonesa de Endocrinología, Diabetes y Nutrición quiere ofrecer algunos consejos y recomendaciones a la ciudadanía en relación con la prevención de golpes de calor, hidratación, alimentación y ejercicio físico.

CÓMO PREVENIR UN GOLPE DE CALOR

El golpe de calor es la forma más extrema de deshidratación que un ser vivo puede presentar, que consiste en el aumento de la temperatura corporal por encima de 40-41ºC durante 8-10 minutos. Es una situación que conlleva riesgo vital, porque a partir de los 40ºC las proteínas del cuerpo se descomponen y muchos órganos vitales dejan de funcionar. Se desarrolla de forma rápida y requiere atención médica inmediata.

Los tres síntomas principales son la hipertermia, la disfunción del sistema nervioso y la falta de sudoración. Antes de llegar a esta fase del cuadro clínico las personas pueden experimentar fatiga, dolor de cabeza, vértigo, desorientación... La piel estará caliente y el ritmo del corazón acelerado. Se pueden presentar convulsiones y perder la conciencia.

Por ello, lo más inteligente para evitar un golpe de calor y el riesgo que conlleva es prevenirlo. Algunas de las medidas básicas son:

  • Evitar la exposición directa al sol en las horas de mayor intensidad (12 a 16h) y tener más cuidado si a la alta temperatura se le suma una humedad relativa superior al 60%.
  • Asegurar la hidratación, atendiendo no solo a la reposición de líquidos, sino también de electrolitos, sales minerales e hidratos de carbono.
  • Prestar mayor atención a los grupos de personas más sensibles (ancianos, niños, enfermos...).
  • Elegir comidas ligeras, que faciliten la digestión, y elegir alimentos ricos en agua.
  • Evitar el alcohol, sobre todo en sus formas de alta graduación.Mantener la casa fresca y ventilada.
  • Utilizar el aire acondicionado si está disponible.
  • Evitar la ropa ajustada. Priorizar tejidos naturales frescos (algodón, lino...) y los colores claros. No olvidar proteger la cabeza, con pañuelos, gorras o sombreros.
  • Evitar permanecer en lugares pequeños sin ventilación, como vehículos.

Y si a pesar de todo lo anterior sufrimos un golpe de calor hemos de estar atentos para reconocer sus síntomas y pedir ayuda inmediata.

Algunas medidas básicas para ayudar a una persona con un golpe de calor son:

  • Trasladar a la persona a un lugar con sombra, fresco y ventilado.
  • Aplicar paños fríos o mojar la piel con agua fresca.Administrar líquidos si la persona está consciente.
  • Buscar atención médica si los síntomas no mejoran.

HIDRATACIÓN EN VERANO: ESPECIAL ATENCIÓN A NIÑOS Y PERSONAS MAYORES

De igual forma que existe la pirámide de alimentación que todos conocemos, tenemos también la pirámide de la hidratación, sobre la que hasta el momento se ha hecho menos hincapié.

Sabemos que el agua es parte fundamental de nuestro organismo, de hecho, es el elemento más abundante, en porcentajes que pueden ir desde el 75-80% en los bebés al 55-60% en los ancianos. Llama la atención que, siendo uno de los pilares de nuestra vida, el organismo humano no sea capaz de almacenar el agua, por lo que necesita reponer continuamente el líquido que pierde (sudor, orina, digestión y absorción de alimentos...) para mantener un equilibrio y evitar la deshidratación.

Es importante mantener una hidratación correcta a lo largo de todo el año, pero en la época de verano la hidratación cobra un papel aún más relevante y fundamental. El aumento de la temperatura en estas fechas origina una respuesta del organismo para combatirlas: sudamos para compensar que nuestra temperatura corporal sea más elevada. Sudar más implica que, al menos, perdemos medio litro de agua más que en otras épocas del año, y añadir este extra a la cantidad de líquido diario que tenemos que tomar es fundamental para mantener el equilibrio y la salud.

Solemos guiarnos por la sed para reponer el agua de nuestro cuerpo: "bebo cuando tengo sed", pero en muchas ocasiones esta sensación de sed no traduce adecuadamente las necesidades de líquido de nuestro organismo y puede quedarse corta.

A partir de los 65 años el reflejo de la sed disminuye de forma progresiva y baja el consumo de líquidos de forma inconsciente. Mientras que en otras ocasiones esta disminución en el consumo se produce de forma intencionada (personas con algún grado de incontinencia urinaria o en tratamiento con diuréticos, personas con dificultad para tragar líquidos de forma eficaz y segura...).

En ambos casos puede suceder que, una persona anciana deshidratada no tenga sed; por lo que debemos atender a otros indicadores de que el estado de hidratación es adecuado.

Un truco sencillo es vigilar el color de la orina. Una orina concentrada, de un color más fuerte que el amarillo claro habitual nos habla de deshidratación y de necesidad de tomar agua.

Los niños son el otro grupo de riesgo que precisan especial cuidado en lo que a la hidratación se refiere. Al tener un porcentaje corporal mayor de agua en sus cuerpos deben aumentar la cantidad de agua por kg de peso hasta los 150ml por kg de peso al día en la etapa de bebés. Además de estas necesidades más elevadas, los bebés no sólo no tienen acceso al agua y dependen de nosotros para que se la suministremos, sino que tienen dificultades para comunicar de forma clara que tienen sed (llorarán, estarán más irritables...), lo que los convierte en un grupo de riesgo en el que resulta imprescindible estar atento a su hidratación. Estas necesidades de agua irán disminuyendo a lo largo de la vida. En la infancia siguen siendo elevadas, aunque algo menos que en los bebés, pero en esta etapa de la vida hay que tener en cuenta que los niños desarrollan mucha actividad física en forma de juego y deporte, y que su capacidad de producir sudor es más baja que en los adultos, lo que supone que su regulación de la temperatura corporal a través de la sudoración es menos eficaz.

Otros grupos sensibles a presentar deshidratación son las mujeres embarazadas, las personas enfermas y las personas que desarrollan un trabajo que implique actividad física intensa y/o en condiciones ambientales extremas.

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